viernes, 25 de septiembre de 2009

Juan Andrés Lagos encargado del comando de Arrate analiza el debate.

El candidato presidencial de la izquierda fue, en forma y contenidos, el que explicitó claramente las mayores fortalezas. Hay un consenso transversal en que fue el mejor.

He oído y leído comentarios de algunos «analistas» que tratan de empequeñecer este dato de realidad, señalando que ello se debería a que Jorge “no tiene nada que perder”.

Me parece banal y mezquino, un argumento excluyente y discriminador, porque se trata de analizar el comportamiento de los candidatos en el foro, no sus contextos o proyecciones político-electorales.

En tal sentido, Piñera mostró gran tensión, incluso física. No tiene costumbre de debate. Se vio molesto, incómodo; formalmente pretende instalar un discurso de tolerancia, pero en su comportamiento incluso gestual dice lo contrario. En contenidos, nada nuevo, fue coherente con su férrea lealtad al neoliberalismo extremo, y desde esa posición trató de legitimar propuestas para mejorar la calidad de vida de los chilenos. El problema de tal discurso es una “disonancia cognitiva” creciente, y es que a raíz de la crisis del modelo, y sus efectos en Chile, todavía muy intensos, mucha gente demanda mejores políticas públicas de protección social real. El impacto que le produjo la acusación de Eduardo Frei lo descontroló y sacó a relucir su lado duro, agresivo, con una sonrisa tipo “cartón”; es decir, poco real y poco creíble.
El foro, para Piñera, podría implicar la mantención de su estancamiento en las encuestas y una cierta tendencia a la baja, todavía menor, en aquellos segmentos que oscilan entre la derecha y el centro político.

Marco fue, desde mi punto de vista, preformateado en exceso, poca originalidad, su tensión se expresó en la rapidez al hablar, por momentos era complicado seguirlo. Es bueno para las «cuñas» periodísticas y mediáticas preestablecidas, con los medios en general muy a favor de escucharlo. Pero el formato del foro lo mostró repetitivo, insisto, poco original, muy “acartonado”, hasta escolar por momentos. La autorreferencia puede llegar a quienes tienen ya una afectiva identidad con él, su esposa, su vida, su familia, en fin. Pero eso no llena todo el discurso de un candidato presidencial, que siempre apela implícitamente a su juventud y su experiencia de vida. La faltó espesor, emocionalidad real. El uso, en Chile, de una emocionalidad que apela al ejemplo personal se comienza a gastar, puede ser efectiva en el adherente “duro”, pero impide crecer. Discrepo con los «analistas», en su mayoría de derecha, que sostienen que Marco fue el que mejor “trabajó” el formato del foro. Me parece más la expresión de una permanente sobreideologización de la derecha para confrontar a Marco con Frei. No se sostiene esa interpretación de lo que ocurrió en el foro mismo.
Para Marco, el resultado del foro podría implicar un blindaje a su adhesión “dura”, pero no un incremento. Lo que no está claro es cuál es realmente esa votación “dura”, que se muestra volátil.

Eduardo Frei explicitó dos cosas relevantes: 1) Que en las buenas o en las malas es el continuador de la Concertación y del gobierno de Bachelet. 2) Que si es Presidente se profundizarían las políticas públicas con “más Estado”. En contenidos, esto expresa claramente un giro del bloque oficialista y de su candidato presidencial. Habrá que ver el impacto de este cambio, puesto que, hasta ahora, la Concertación ha centrado su discurso en la idea-fuerza de consensos con la derecha en torno al libre mercado bastante extremo. La forma semántica de Frei tiende a ser lineal, aunque esta vez el «golpe» a Piñera, dicho con tonalidad baja, agudizó el impacto de la acusación. Es bien probable que el foro “fidelice” más el voto concertacionista hacia Frei, y mantenga la disputa en los segmentos que oscilan. La debilidad argumental y programática de Marco, en el foro, favoreció al candidato de la Concertación.

Jorge Arrate “marcó” la cancha: El es el candidato presidencial de la izquierda chilena; él es el candidato de los cambios reales y de la transformación social. Otra cosa es que a señores de la derecha no les guste que diga esas cosas. Lo relevante es que, un candidato ocultado por los grandes medios, irrumpe con una solidez, coherencia y espesor que efectivamente sorprendió positivamente a muchos. Se cayó de una vez el mito de la edad, a buena hora que así sea. Ese prejuicio instalado por otros candidatos presidenciales fue superado por la experiencia, la tranquilidad y, curiosamente, el poco “acartonamiento” que mostró Jorge, y su buen dominio de la espontaneidad. Creo que sintonizó con ese torrente histórico que todavía espera y sueña (desde el arco iris hasta el no hasta vencer) con una democracia de verdad. Y eso sí es emocionalidad pura, cargada de contenidos.

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